miércoles, 7 de mayo de 2014

Julio Cortázar. Clases de literatura: Berkeley 1980

Nos vemos apenas yo regrese. Un abrazo muy fuerte, Julio. Estas fueron las últimas palabras con las que Cortázar se dirigió, a Eduardo, sí, pero también a todos los que lo seguimos, hace 3 años en Cartas a los Jonquières.
La materia inagotable de la pluma de Julio Cortázar sigue fluyendo igual que un río profundo y denso. Su generosidad desborda los límites del modelo del intelectual. Cercano, honesto, íntimo hasta la desgarradura, comprometido con sus convicciones, Cortázar es siempre algo más que un escritor: es un amigo, un hermano mayor que siempre escucha y –ahora más que nunca– un maestro.
Clases de literatura: Berkeley 1980 es lo más reciente que ha surgido de esa enorme labor de rescate que hace Carles Álvares Garriga con la obra de Julio Cortázar. En este libro encontramos a un Julio pleno, dueño de la palabra, seductor en su entonación y poseedor de una erudición descomunal. A lo largo de ocho sesiones, Cortázar expone, así como se van dando los temas en una charla de café, todo lo que sabe en materia literaria. No escatima: se brinda. No es egoísta: sabe hablar pausadamente, pero sobre todo, sabe escuchar. No rehúye ninguna pregunta y como todo buen conversador, encuentra en cada interrogante una invitación al diálogo.
La transcripción que se hace de esas cintas –donde se registraron las clases– es tan clara, que se pueden escuchar los silencios, las risas ocasionales, el chasquido de los cerillos al encender el cigarro: las cucharas al revolver el azúcar en el café.
De la maestría de la pluma de Cortázar nada queda por descubrir, mas ahora se confirma en su forma oral su procedencia. Es un hombre reflexivo: piensa antes de hablar. No se regodea con el sonido de su voz, antes, acusa impaciencia por su turno para escuchar.
Cada nueva línea que aparece de Cortázar genera admiración, sorpresa y sí, devoción. A través de este libro, ahora se multiplica el número de asistentes que tomaron el curso, que apegado a su estilo, nos permite conocer de manera más cercana el origen de muchos de sus textos. Nos encontramos –por citar algún ejemplo– con el nacimiento inmortal de Continuidad de los parques. Cortázar es incapaz de asumir un discurso teorizante, en lugar de eso, aborda cada tema con lecturas en la mesa. Se descubren autores, cuentos, poemas, en sus clases. Asistimos –esa es la palabra adecuada– a lecturas más que a clases.

Para todo aquel que sigue la obra del argentino, este libro será inagotable. Como todos los demás, invita –reta– a la relectura. Es también un libro para todos aquellos que quieren aprender un poco más sobre la literatura y sus hilos, pero sobre todo para aquellos quienes amamos el oficio de leer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Necesito contactarme contigo por mail. Tienes el libro de carta a los jonquieres de Julio Cortázar? clubdelecturaz@hotmail.com
me llamo cristian