sábado, 27 de agosto de 2011

Celebraciones: Borges y Cortázar




Esta semana se celebraron dos aniversarios que no puedo dejar de lado en éste espacio: el 112 aniversario de Jorge Luis Borges (24 de agosto de 1899) y el 97 de Julio Cortázar (26 de agosto de 1914). Estos dos personajes marcaron el rumbo de las letras latinoamericanas dotándolas de un estilo y una personalidad única. Borges, desde su erudición, construyo un mundo en donde todo era posible, en donde las fronteras metafísicas se difuminaban en la otra frontera. Cortázar por su parte, desarticuló la realidad y le ensamblo brindando así vistas novedosas y formas increíbles. Difícilmente encontraremos un caso con el cual podamos estar más de acuerdo en que si existen dos grandes injusticias en los certámenes literarios, son estos dos. A ambos se les negó el premio Nobel, ambos han sido más sobaqueados, parafraseados y sobados que lo que se les ha leído. Es muy snob traer bajo el brazo algún libro de estos dos tremendos escritores. Pasearse por las cafeterías y citar de memoria pasajes de Rayuela o pretender ubicar en la geografía mítica borgiana la posición Üqbar.




Por mi parte poco me interesa mostrar conocimiento o dominio sobre la obra de cualquiera de ellos (no lo poseo), ya es de sobra conocido por la gente que frecuenta éste espacio la tremenda admiración que tengo por estos dos a quienes considero –junto con Paz y Arreola– a mis más grandes maestros. No porque pretenda escribir como ellos, que estúpida y utópica meta, sino porque gracias a las lecturas y sobre todo a las relecturas que he hecho de su obra, he podido definir esta profesión que tanto disfruto y abrazo. No escribo por una necesidad de certificación sino por un impulso irreflexivo. Surge la necesidad primera de escribir y lo hago. Nunca me he preguntado por qué. Claro que en las pocas cosas que he publicado hay señales de una necesidad de dialogo. De conocer mediante letras, palabras, oraciones. Llegar a donde no he podido estar físicamente. Compartir mis impresiones sobre los libros que leo con gente a quién nunca he visto.



Borges y Cortázar son dos presencias indispensables en todo lo que hago, no pasa mucho tiempo antes de que retome algún cuento, poema; a veces es suficiente con una frase o un verso. Ellos ya no están entre nosotros, pero vaya que sí están. Cuando uno se pregunta quién nos curara del fuego sordo o la hora dibujada en el rostro de un perro, siempre sonríen desde su rincón favorito los rostros maravillosos de este par de infantes que nunca pararon de sorprendernos con sus maravillosos e intrincados juegos de imaginación. 112 y 97 años respectivamente tienen este par de niños que brincan sobre las casillas de una Rayuela dibujada entre los pisos de esa biblioteca hexagonal que posee todos los sueños y todas las obras.

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