miércoles, 31 de marzo de 2010

La Hora de Todos

-->Hacía ya un rato que no compartía con ustedes algún libro, y en esta ocasión quiero platicarles algo sobre una obra de teatro fantástica que leí hace ya un tiempo, pero que recientemente desempolve de mi viejo librero, buscando otras cosas, a fuerza de ser honesto, y es curioso como de pronto me descubrí a mí mismo con una sonrisa en la cara al hojear algunas partes de la obra, al punto que deje de buscar lo que necesitaba y me senté a leerlo un par de veces seguidas. El texto es La hora de todos de Juan José Arreola. Esa obra de teatro fue originalmente publicada en solitario en 1954, y a mis manos llegó en un texto que incluía la citada obra y el libro Varia invención que se publicó en 1949, donde destacan, desde mi punto de vista, los textos: El cuervero y La vida privada. En fin, no soy yo quién les va a decir lo importante que es J. J. Arreola para las letras mexicanas y para las hispanas en general; la verdad es que todo lo que yo pueda decir de este escritor a quién admiro por encima de muchos otros, es poco, semi-nulo, e incluso carente de imaginación, dicho esto, me libero de la responsabilidad de que por algún error supongan que me siento capaz de hablar sobre él y además a quién engaño, si existe algún despistado que no sepa quién es Juan José Arreola, puede encontrar fuentes inagotables sobre él, sobre el apasionado ajedrecista que era, sobre el hecho de que fue un gran dramaturgo, prosista, narrador, actor, y en fin, uno de los cuatro más grandes imaginantes de las letras universales, junto con Kafka, Borges y Cortázar, pasemos pues al texto.
La hora de todos es una obra de teatro del más puro estilo de su autor, de una prosa erudita, humorística, breve, con la precisión y devastación de un cincel en las manos apropiadas. 14 son los personajes que representarán ante nosotros una obra de humor negro llevado a la farsa y con esos toques Kafkianos que tanto caracterizaban a su autor. Todo la acción sucede en una oficina del piso setenta del Empire State de Nueva York, la mañana del 28 de julio del 45, esto es importante, como en toda obra, porque esconde secretos que el lector/espectador deberá descubrir. La trama, me la reservo, para no predisponer a nadie, sólo basta decir que hay suficientes cosas inesperadas por descubrir detrás de cada página. Si ustedes por casualidad disfrutan de obras como Esperando a Godot, o La cantante calva, de Samuel Beckett y Eugène Ionesco, esta obra no desmerece nada en lo absoluto. Dueña de una oralidad, genial y genuina, se destaca incluso al lado de ellas en un sentido, en su apabullante oralidad, en su brillante selección de palabras: "Las palabras, —dijo alguna vez Juan José Arreola, hablando sobre el sentido de la oralidad—, bien acomodadas crean nuevas obligaciones y producen una significación mayor que la que tienen aisladamente".

2 comentarios:

JALOZA dijo...

Hola, amigo. Me gusta esta faceta tuya de reseñador. Pido perdón por no conocer a tu admirado Arreola pero de verdad que has despertado mi interés con tus palabras.

Leo muy poquito últimamente, una pena, pero prometo que tendré en mente tu recomendación, sabes que coincido en tus gustos, y espero poder contarte qué me pareció.

Un gran abrazo, como siempre, y mi carió trasatlántico.

Unknown dijo...

Centenario de Arreola en México.